
Parasitología en Alerta: Una Amenaza Local
02 de octubre de 2020
Los parásitos son especies que pasan la mayor parte de su vida habitando (“parasitando”) otro ser vivo biológicamente más potente, también llamado “organismo hospedante”. De forma primitiva, la parasitología (ciencia del estudio de los parásitos) establece una clasificación de acuerdo a la posición en la que habitan los parásitos respecto del organismo que los hospeda, en cuyo caso, podemos identificar dos clases de parásitos: endoparásitos (aquellos que habitan al interior del ser vivo que los hospeda) y ectoparásitos (aquellos que habitan en el exterior del ser vivo que los hospeda). En general, en un organismo es posible detectar la presencia de parásitos de una u otra clase, aunque, en la mayoría de los casos, se presentan ambas clases de parásitos cohabitando un mismo individuo. Son dependientes metabólicamente del organismo superior que los hospeda, por lo que el parásito, en su búsqueda de la sobrevivencia, pudiese alterar la salud del hospedante.
Por un lado, dentro de los endoparásitos, existen dos clasificaciones más comunes: protozoo (organismos unicelulares) y helmintos (organismos pluricelulares). Éstos últimos son detectados a simple vista en forma de nemátodos (o gusanos), dentro de los cuales los más conocidos son los cestodos (los llamados tenias o lombriz solitaria). Por otro lado, los de la clase ectoparásitos corresponden a todos aquellos seres vivos llamados artrópodos, fácilmente identificados como pulgas, garrapatas, mosquitos, piojos y ácaros, entre muchos otros. Los ectoparásitos se mueven con facilidad entre los organismos hospedantes y no solo provocan patologías por sí mismos, sino que, además, son vectores de propagación de infecciones y de otros parásitos menores (endoparásitos), los cuales viajan, por ejemplo, en la sangre consumida por picaduras de mosquitos entre un organismo y otro.
Mientras algunos parásitos pueden resultar inofensivos para nuestra salud y la de nuestras mascotas, otros pueden resultar en patologías mortales como, por ejemplo, la Malaria. Existen parásitos de tipo endémico, es decir, que se pueden encontrar asociados a una zona geográfica en particular, como por ejemplo, el parásito Trypanosoma cruzi, causante de la enfermedad o mal de “Chagas” (tripanosomiasis americana), una afección que puede causar problemas serios al corazón y estómago, la cual se transmite por la sangre contaminada con el parásito transferida a un organismo través de la picadura de un insecto infectado llamado triatomino o “Vinchuca”, el cual es endémico de las zonas rurales del continente americano. Otros parásitos más comunes pueden provocar patologías no mortales, pero si muy dolorosas, como la Sarna, la cual puede ser fácilmente contagiada de una mascota a otra, o de una mascota a sus dueños (enfermedades zoonóticas). Cabe destacar que, algunas mascotas, como los perros, nacen con parásitos, incluso si han nacido de una madre desparasitada. El caso más común es lo que ocurre con el parásito Toxocara canis, el cual puede alojarse en los músculos de una perra adulta que ha sido desparasitada, manteniéndose en estado de latencia, pudiendo activarse y ser transmitido a través del útero a los cachorros en gestación, los que nacerán con el parásito ya hospedado en sus pequeños organismos. Este parásito también puede ser transmitido a sus dueños a través de una de las expresiones más cariñosas por parte de nuestros perros: el lamido.
En vista del peligro que representan la gran variedad de parásitos que pudieran hospedarse en nuestras mascotas, la medicina veterinaria (establecida formalmente como profesión en el año 1761), a través la industria de fármacos para uso veterinario, continúa trabajando intensamente por formular y producir medicamentos seguros y eficaces, con altos estándares de fabricación basados en las buenas prácticas de manufactura, para ser usados en el tratamiento de nuestras mascotas. Los más comunes son del tipo Benzimidazoles, Organoclorados, entre muchos otros. Incluso, el cobre chileno se utiliza internacionalmente en la formulación de medicamentos nematicidas.
La forma de acceder a estos y otros tratamientos es mediante atenciones veterinarias periódicas, luego de las cuales es preciso seguir las indicaciones de los médicos veterinarios respecto a la colocación de inyecciones y dispensación de medicamentos orales antiparasitarios. De esta forma, no sólo los protegemos a nuestros perritos, gatitos o mascotas en general, sino, también, nos protegemos a nosotros mismos de la transmisión de parásitos y de todas las patologías que éstos nos pudiesen causar. Por lo tanto, como consecuencia de estas acciones, toda la familia se beneficia y, a su vez, aprovechamos la maravillosa oportunidad de mostrar respeto y amor por nuestros “hermanos menores”: nuestras mascotas.